sábado, 15 de noviembre de 2014

Las pirámides egipcias y su cartelería improvisada.

Empeñados como estamos, en  aumentar el número de referencias para validar nuestros sistemas de jerarquías sociales, anoto, entre las nuevas, la ortografía.
En el tiempo que llevo por aquí abajo, en los infiernos, he visto que el hombre, en género neutro y con h, basa toda su maquinaria de subdivisión en estratos sociales en la economía. Cualquiera de sus manifestaciones en la vida cotidiana, como tener un buen coche, una lujosa casa, un carné de un  selecto club, o un título académico de alguna de las mejores universidades privadas, habrían sido suficientes, hasta ahora, para marcar el territorio entre un hombre, en género neutro y con h, de bien, y otro de inferior rango.
Pero los valores tipo hay que irlos cambiando, para no caer en el pecado capital de la  obsolescencia, en obligada sintonía con la evolución sociológica de las poblaciones y sus culturas.
Ahora, con h, se lleva lo de etiquetar a una persona en el nivel de bien, o en los rangos inferiores, por su ortografía. El protocolo es fácil. Un ser superior saca una foto a un cartel que algún obrero, inferior y sin h, ponga junto a alguna alcantarilla abierta, si observa que difiere de ese conjunto de signos llamado lenguaje. A continuación lo socializa publicitándolo en su Facebook. Esta policía intelectual suele fijarse, normalmente, en la falta de h o en la presencia del haiga.
"Hojo, peligro de caídas. La halcantarilla está destapada!"
Y allá que vamos, los hombres de bien, con h, a descuartizar al escribano, un tío que, debido a que el capataz de la obra no ha observado la gravedad del asunto, se mete a prevenir antes que curar.
Un día de estos, cualquiera de nosotros se va a caer por una alcantarilla de esas, por ir mirando para tanta falta ortográfica, a través del ojo de la cámara del Samsung galaxy, con esa gran dosis de cinismo clasista que todos llevamos dentro.
A veces pienso que esos jeroglíficos egipcios que tanto veneramos, como referentes de la cultura universal, no eran más que cartelería de los esclavos de las pirámides, para advertir que el suelo, a la altura de la inscripción, estaba mojado. Pues yo sospecho que esos jeroglíficos tenían más faltas de ortografía que dios. Aquella gente ya tenía bastante con vivir para trabajar, como para preocuparse por una jodida h de mierda. Manda uevos!