lunes, 14 de julio de 2014

lunes de verano

Aunque usted haya leído y escuchado, hasta la saciedad, eso de que el fútbol hizo justicia, que ganó el mejor y no se que del tiki taken posesionen, entre tantas teorías  que buscan incesantemente paralelismos entre la victoria germana de anoche y la hispana de hace cuatro años en Sudáfrica, no se crean nada.
Así les digan que el portero alemán es un líbero en toda regla y que toca mejor la bola que muchos mediocentros de nuestra segunda división, que sus carrileros son magníficos, que su centro del campo guarda un magistral equilibrio entre la destrucción y la creación de juego, o que sus torres arriba también tienen capacidad para rasear y triangular como Silva, Villa e Iniesta en punta, no se lo crean. Al  menos de momento.
Hoy es lunes. La albiceleste  ha perdido por tercera vez una final de la Copa del Mundo. Millones de argentinos lloran amargamente por el mundial de fútbol. Messi lo hace en silencio y soledad, Madina con su equipo de colaboradores y el resto del planeta llora indiferente la guerra entre palestinos e israelíes. El lloro indiferente es un término vanguardista que, en occidente, tenemos preparado para cualquier ironía que nos venga desde otras partes del planeta en relación a nuestro permanente pasotismo ante la muerte y el hambre en la infancia.
Nosotros también lloramos, pero no por un asesinato, una copa o por la secretaría general de un partido político. Yo se que, en occidente, lloramos. Estoy convencido, lo que no acierto a saber a santo de que lo hacemos.
Cuando les digan que en verano todo es más fácil, tampoco se lo crean del todo, máxime si, como hoy, toca lunes.
Seguro que los lunes, ni siquiera el viejo, aquel lanzaroteño emigrado a Cuba, salía a pescar. Y, mientras me pregunto si el viejo lloraba, me entran ganas de hacerlo a mí: el mundial se terminó. ¿Y ahora qué?



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