domingo, 11 de mayo de 2014

Los "Príncipe de Asturias".

La diferencia entre un jugador de Primera y uno de Segunda, además de que estos últimos tienen un comportamiento dentro del área nada resolutivo, que es lo que los entendidos llaman definición, estriba en cómo se comportan ante el micrófono.

Yo creo que, a los de Primera, les obligan a hacer un máster en comunicación y marketing. Solo así se comprende esa corrección y fluidez con la que contestan a la prensa. De hecho estoy por atreverme a anticiparles que, los más habilidosos ante las cámaras, podrían hacer carrera en política al colgar las botas. No hay más que recordar que Xavi y Casillas tienen un Príncipe de Asturias, como Vargas Llosa, Cela o Günter Grass.

En cambio, los clubes de Segunda, y supongo que por cuestiones meramente presupuestarias, tienen jugadores sin esa formación de post grado. Ello motiva que, cuando un partido no acaba como se espera, los futbolistas disparen con bala contra el árbitro, los jueces de línea, la afición contraria, la defensa rival y, si me apuran, hasta contra los mismísimos dioses del olimpo, para justificar que les han clavado un gol en el último minuto del derbi. Un jugador de Segunda nunca optará a un Premio como el Príncipe de Asturias.

Tampoco creo que Fernando Alonso vuelva a ganar la estatuilla de Don Felipe y Doña Letizia o, al menos no mientras continúe en Ferrari. Hoy, en el Gran Premio de España de Fórmula 1, que ya saben ustedes que se celebró en Cataluña, los Mercedes de Hamilton y Rosberg doblaron a Kimi Raikkonnen en la última de las 66 vueltas al circuito, de más de cuatro kilómetros y medio. Los Mercedes cruzaron por la bandera a cuadros dos segundos más tarde de que Alonso comenzase su última vuelta.

Y, si Luca Cordero di Montezomelo quiere lograr tan insigne galardón algún día, debe hacer su pertinente formación de post grado, como los jugadores de Primera. Lo de los bólidos rojos ya no es como antaño.