miércoles, 7 de mayo de 2014

59"9

Pongamos cualquier viernes tarde de la primavera del 92, en el viejo Martín Freire.

Valga como antecedente, en mi habitual línea egocéntrica, que siempre me sentí una especie de capitán sin brazalete de aquella quinta del 72, por el mero hecho de ser, por semanas, el más viejo del grupo.

Pablo pidió un control de "4 vallas" que, para los que se inician hoy en día en  esto del atletismo, es el diminutivo que hace referencia a la prueba olímpica de los 400 metros con vallas.

Bueno, a lo que íbamos. Resulta que, para que las marcas fuesen válidas a efectos de rankings y mínimas autonómicas y nacionales, en una prueba debía haber tres atletas en la salida.

Y ese requisito reglamentario fue el que me llevó a hacer mi, hasta la fecha, primer y último "4 vallas".

- Marcheta tienes que salir conmigo. No tengo a nadie más. Me falta uno.
- Yo?
- Sí coño!
- Venga! (Ahí es cuando contesté con el corazón, como capitán sin brazalete al auxilio de cualquier causa perdida).
...
Diez minutos más tarde, Pablo había logrado su objetivo: 59"9. Para bajar del minuto en el 4 vallas hay que ser un especialista.

Unos eternos 3/4 de recta más tarde entré en meta en un tiempo de 1´10". Comparando aquel 4 vallas con otros escarceos extramarchísticos,  estuvo mejor que, por ejemplo,  cuando hice 3 nulos en la primera altura del concurso de salto en infantil, estando el listón a 1´10 metros que, si me apuran, era por debajo de la propia colchoneta.


Estos días me he acordado de Pablo, de su 59"9 y de mi 1´10" con cholas de marchador.

Añádanlo en mi debe. Podría tener el record autonómico del 4 vallas para marchadores, de los que marchan digo.