viernes, 28 de febrero de 2014

canal moro.



Esta mañana marchando, que ya les he dicho que suele ser el único momento del día en que suelo pensar algo medianamente coherente, me ha venido a la cabeza aquel verano del 84 en Pasito Blanco.
Mientras mi amiga Deborah, llamémosla así por el tema de la Ley de Protección de datos, se pasaba aquel verano escuchando todo lo que tenía de Madonna y su hermano Paco, también amigo mío y también con un nombre figurado por lo de mi hipotética responsabilidad civil cuando acabe estas líneas, coleccionaba ejemplares de Playboy, uno, que nunca tuvo muy clara la verdadera importancia de las cosas, pensaba como ver, desde aquellas casetas de campaña donde pasábamos prácticamente todo el verano, la final del milqui de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84.

Y así fue, para irles resumiendo que ya va siendo tarde, que con una vieja y pequeña tele a pilas en blanco y negro, cuadrada como una caja de zapatos, fuimos empatando alambre al trozo de antena rota que aún conservaba y moviéndonos, con la tele a cuestas, de un lado a otro de la playa, hasta que conseguimos la señal suficiente para ver a Abascal entrar por delante de Chesire en el canal moro, que así es como llamábamos a todas aquellas cadenas que pillábamos y de las que no entendíamos ni papa.
Dudo que el mismísmo MacGyver lo hubiese logrado. Y eso que no teníamos chicles aquella madrugada.