lunes, 14 de octubre de 2013

Cambios de hora

Paco debió de entrar a las siete y diez, pues terminó a las ocho menos veinte. Son clases de media hora. Creo que tenga parálisis cerebral. A pesar de conocerlo hace años ya, hoy hablé con él por primera vez, y me quedé ciertamente sorprendido de su facilidad.
 
Adrián tuvo su clase de 19:40 a 20:10, al salir Paco.
 
Antes habíamos jugado "al toque a ras de hierba", lo que se pudo, entre actividad y actividad. Los profesores que le enseñen todo lo demás; del fútbol me encargo yo.
 
Y, esperando a que Adrián terminase, que llega David. Tiene Síndrome de Down. El tío es del Madrid. Lo caté la semana pasada mientras hablaba con otro estudiante. Ser del Madrid es algo que hasta puedo llegar a entender: nadie es perfecto.
 
En esto que David ve pasar a un chico corriendo escalera arriba, para llegar a la segunda planta de la Escuela Municipal de Música, y me pregunta:

- Pepe, ¿por qué corre?
- No lo sé David. Imagino que estará mirando el reloj y lo hará porque llega tarde a algún lado.
- Pero no debería correr Pepe. Se puede matar.
- Cierto David. Llevas razón.

Musicoterapia, allí donde todo el mundo es feliz.