miércoles, 14 de agosto de 2013

"manises, papas, pipas, bocadillooooosss....!!!"

Con doce años me surgió la oportunidad de trabajar en el viejo Estadio Insular vendiendo bocadillos.

Recuerdo que teníamos que ir cinco o seis horas antes de que empezase y, en los pasillos y habitaciones que había debajo de las gradas, preparábamos todo para venderlo después.

Cortando panes y panes, contados por centenas. Llenando los sacos de paquetes de papas fritas, de manises y de pipas, cuando te dabas cuenta ya empezaba a entrar la gente en la grada.

Ahora que lo pienso, este fue el inocente comienzo de mi, por entonces, prometedora carrera delictiva.
 
Por aquel trabajo cobraba unas 3.000 pesetas cada quince días, coincidiendo con los sábados en que Las Palmas jugaba en casa. No estaba dado de alta en la Seguridad Social y no me retenían a cuenta del I.R.P.F.

Vamos, para entendernos, que no descarto salir en las anotaciones de la supuesta contabilidad B del partido popular, esa que va camino de convertirse en un documento de mayor valor que cualquier incunable.

Años más tarde ya cambié de status social y pasé de vendedor a espectador. Entraba a los partidos con mi pase de la sección de atletismo de la Unión Deportiva. Asiento en la curva alta, como Dios manda.

Qué tiempos aquellos, delinquiendo y disfrutando de un futbol de alta escuela!

 Foto del Estadio Insular a mitad de los años 80

Futbol de alta escuela