C alentando, movilidad de todas las articulaciones, me las prometía tan felices. Decidí no marchar ni un metro antes de la salida, haciendo caso a mis colegas marchadores Bernardo y Kiko. Quince minutos de rotaciones de hombros, cadera, rodillas, tobillos y cualquier cosa que se os ocurra se pueda mover.
Había tanta gente que es la primera vez, en mi vida deportiva, que no oí el disparo de salida. Tardé en llegar a la linea de salida dos minutos y medio. Me lo tomé con calma.
Enseguida, en trescientos metros, me dí cuenta que aquel ritmo no era el de "seis el mil", pero cualquiera cambiaba y se ponía las pilas con 42 kms por delante.
A los dos kilómetros empezó a acompañarme una chica con la que me distraje, hablando algo, hasta el km 11 aproximadamente. Realmente yo no quería mediar palabra con nadie pero, en la coyuntura, había que intentar no ser descortés.
Ya en el km 15 empecé a pensar en lo que iba a tener que pasar para llegar a meta y lograr mi objetivo de convertirme en marchador maratoniano.
En el paso por la media, ya bastante pinchado, en 2h.12´, un ritmo inhabitual para uno, si no iba "kao", poco faltaba.
Lo peor acto seguido. A los cien metros de dejar atrás la meta y el paso de la primera vuelta, el tan comentado desierto de la segunda, esa que distingue a los niños de los hombres, como cita Gonzalo Quintana en su crónica personal, se convirtió en una realidad tangible. Tenía a dos señores a un mínimo de doscientos metros por delante. El siguiente maratoniano ni siquiera alcanzaba a verlo en el horizonte. Allí, el ruido ensordecedor se convirtió en silencio absoluto y se me hicieron eternos los kilómetros del 21 al 28.
Del 28 al 31 volví a encontrarme con sensaciones fuertes y, por un momento, pensé que lo peor había pasado y que ya iría en progresión hasta la meta.
Iluso, 27 años haciendo atletismo y aún no sé de que va ésto. A partir del 31 volví a caer en un ritmo cansino, sin más fuerza que la voluntad que mi cabeza intentaba insuflar a todo mi cuerpo.
Bueno, así fueron pasando los kilómetros, cada siete minutos aproximadamente, de manera casi agónica.
Pensaba, sin llegar a visualizar el concepto abandono, qué haría ante un desfallecimiento o un tirón en el pubis que llevaba sobrecargado. Qué haría. Llegaría caminando quizás?
Allá por el 36, cuando me metí por una calle que no era en el cruce de Mesa y López con Leon y Castillo, cerca de la "casa del coño", y los de la organización tardaron unos quince segundos en darse cuenta que no era por allí y me empezaron a gritar para "desandar lo andado", me alcanzó un marchador americano con el que ya llegué a meta. Él alternaba marcha con carrera, llevaba haciéndolo gran parte del recorrido.
Convertimos esos seis kilómetros en un cómico monólogo: él hablaba y hablaba; yo escuchaba y escuchaba.
Volvemos al inicio de la crónica: realmente yo quiero ir solo. Toda mi vida he marchado solo y ahora mismo deseaba marchar solo. algo así como "yo, mi, me, conmigo".
En el 38 cojo fuerzas. Tres palmadas, a mi mujer Carolina, a mi hija Emma y a mi hijo Adrián.
Triana, realmente Triana es tan grande ó solo lo fue ayer? Esos tres últimos kilómetros sí que fueron interminables, del 39 al 42. Era como si el mundo estuviese parado y uno también, braceando sin casi desplazarse.
Y llegamos, el americano y servidor, al cartel del km 42.
Pues ahora, en esos 195 metros, el que no quiere acabar soy yo. Sentimos aún algo del calor del público. Digo algo porque para el furgón de cola siempre hay menos de todo: menos esponjas, menos isotónicas y menos calor de la grada, ya semivacía.
Otra vez las tres palmadas, primero a Carolina, luego a Adrián y después a Emma.
Cien metros, cincuenta...abrazo al americano, anónimo compañero en esos últimos seis kilómetros, para entrar en meta como aquellos dos rusos que ganaron, a la limón, el mundial de Tokyo 1991 en los 50 kms marcha.
Tenía pensado gritar y desahogar mi ira al cruzar la meta, pero ya ni tenía fuerzas para ello.
Lo conseguí. Desde ayer ya sé lo que es el infierno.
20 de enero de 2013. Objetivo sub 4h.30:00...marchando, por supuesto!
Gracias amigos!
Mi colega americano y servidor, de amarillo.