martes, 15 de noviembre de 2011

La musa de todo hombre

T odos los hombres
tenemos una musa.

Gala lo fué para Dalí,
Yoko Ono para Lennon,
para Víctor Manuel,
nada sabe tan dulce
como la boca de su Ana,
Pau Dones haría
cualquier cosa por
un beso de su flaca,
y Sabina malvendió
su alma a Satanás
a cambio de la llave de
 la intimidad de Mónica.

El caso es que todo
hombre tiene su musa.

Yo también,
y por ella he hecho
a veces cualquier cosa,
hasta he vendido
mi alma a Satanás,
a cambio de
la
llave de su intimidad,
porque jamás he  probado
nada tan dulce como su boca.

Hasta su nombre es bello,
Carolina. Así se llama mi musa.

 



Gala y Dalí

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